El anuncio del Banco Central Europeo de que inyectará 544 mil millones de dólares al mercado para impulsar el crédito aumentó la confianza de los inversionistas y detuvo la caída del oro donde cerró el viernes en 1.252,10 dólares la onza.
Entidades financieras como Goldman Sachs consideran que el oro seguirá debilitándose durante lo que resta de año y descenderá hasta 1.050 dólares la onza, en un entorno donde la recuperación de la economía de Estados Unidos hará que las autoridades de este país recorten los estímulos y disminuya la liquidez que impulsa la demanda por los lingotes.
La agencia Barclays, ha realizado un análisis donde, el piso de los futuros del oro no es firme porque carece de una robusta demanda física para poder compensar el escaso o más bien inconsistente apetito de los inversores. A esto se añade que el apoyo que en ocasiones ofrece el dólar no está garantizado, y tarde o temprano acabará exponiendo al metal dorado a presiones bajistas. Citando estos motivos, el banco británico se aferra a reiterar la estimación del precio objetivo del oro tanto para el segundo trimestre como para el cierre del año, en US$1.250 por onza.
Además, a medida que la percepción de riesgo retrocede los inversionistas dejan de invertir en oro y colocan el dinero en acciones o bonos que reportan mayor rentabilidad.
El viernes quedó claro que estos factores pesan. Tras el positivo reporte sobre la creación de puestos de trabajo en Estados Unidos el efecto logrado por las medidas del Banco Central Europeo comenzó a perder intensidad y el precio del oro retrocedió 0,07%.
Entidades financieras como Goldman Sachs consideran que el oro seguirá debilitándose durante lo que resta de año y descenderá hasta 1.050 dólares la onza, en un entorno donde la recuperación de la economía de Estados Unidos hará que las autoridades de este país recorten los estímulos y disminuya la liquidez que impulsa la demanda por los lingotes.
La agencia Barclays, ha realizado un análisis donde, el piso de los futuros del oro no es firme porque carece de una robusta demanda física para poder compensar el escaso o más bien inconsistente apetito de los inversores. A esto se añade que el apoyo que en ocasiones ofrece el dólar no está garantizado, y tarde o temprano acabará exponiendo al metal dorado a presiones bajistas. Citando estos motivos, el banco británico se aferra a reiterar la estimación del precio objetivo del oro tanto para el segundo trimestre como para el cierre del año, en US$1.250 por onza.
Además, a medida que la percepción de riesgo retrocede los inversionistas dejan de invertir en oro y colocan el dinero en acciones o bonos que reportan mayor rentabilidad.
El viernes quedó claro que estos factores pesan. Tras el positivo reporte sobre la creación de puestos de trabajo en Estados Unidos el efecto logrado por las medidas del Banco Central Europeo comenzó a perder intensidad y el precio del oro retrocedió 0,07%.